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Oskar Cartaya “My Music, My Friends, My Time” Contó con la colaboración de amigos ilustres como Eddie Palmieri, Giovanni Hidalgo, Dave Valentín y Justo Almario

La amistad y las relaciones personales parecen haber desempeñado siempre un rol clave en la carrera discográfica de Oskar Cartaya.

Así lo demostró Cartaya su primera grabación, “My Music, My Friends, My Time” (2004) en la que contó con la colaboración de amigos ilustres como Eddie Palmieri, Giovanni Hidalgo, Dave Valentín y Justo Almario.

Bajista, arreglista, compositor y productor neoyorquino de nacimiento y bayamonés

Así también lo demuestra la segunda, “Lifetime Friends”, que colideró junto al trompetista Humberto Ramírez y que fue elegida como una de las mejores producciones puertorriqueñas del 2015.

Y es que para el bajista, arreglista, compositor y productor neoyorquino de nacimiento y bayamonés de crianza- las conexiones con otras personas son un elemento vital para el desarrollo de cualquier músico.

Esas conexiones unidas al tesón que Cartaya siempre ha demostrado tener para mejorarse continuamente como músico le permitieron formar parte durante cinco años del legendario grupo de jazz-rock progresivo Spyro Gyra, producir álbumes para Willie Colón o Herb Alpert, y tocar con una larga lista de estrellas que incluye a Jennifer López, Christina Aguilera, Rubén Blades, Héctor Lavoe, Tito Nieves, Tania María, Arturo Sandoval, Steve Winwood y Randy Brecker, entre otros.

A todos ellos les ha prestado el sonido de su bajo eléctrico, capaz de insertarse con total naturalidad en el jazz moderno, la rumba cubana, el flamenco español o las cadencias brasileñas, pero sin perder nunca su esencia funky, que le brinda impulso rítmico al género musical que tenga ante sí. Para Cartaya, la música no es un oficio, sino una pasión de vida.

Esa pasión se manifestó desde muy temprana edad, cuando le dijo a su padre, de nacionalidad cubana, que quería ser músico con apenas 10 años. Sus estudios iniciales los llevó a cabo en la Escuela Libre de Música de San Juan, que recuerda con orgullo y cariño.

Oskar Cartaya

Sin embargo, ha afirmado que su verdadera primera escuela musical fueron los discos de Willie Colón y Héctor Lavoe, los cuales escuchaba a todo volumen en su cuarto.

En la Escuela Libre de Música pudo conocer a maestros y compañeros que hoy son grandes maestros de la música latina y colegas suyos, tales como el propio Humberto Ramírez. También estudió en el Conservatorio de Música de Puerto Rico.

Cartaya recuerda que, aunque en la escuela estudiaba música de cámara, su pasión real era la música latina…hasta que descubrió el jazz, gracias a un disco del gran bajista Stanley Clarke. Un mundo nuevo se abrió a sus oídos.

“Encontré en el jazz una libertad que no encontré en los estilos latinos”, dijo el músico en una entrevista. “En la salsa, por ejemplo, lo máximo es cuando tú estás tocando como parte de una unidad. A diferencia del jazz, cuyo pináculo es cuando todos los músicos improvisan y se vuelven locos tocando, pero todos saben lo que están haciendo”.

A los 18 años, Cartaya se mudó a Los Ángeles, donde comenzó a estudiar en el Musicians Institute of Technology. Allí practicaba durante 15 horas diarias, una devoción que le produjo su primer reconocimiento: ser aceptado como profesor de la prestigiosa institución, dos años después de haberse graduado de la misma.

Sin embargo, su espíritu inquieto y sus continuos deseos de mejoramiento lo llevaron a tomar la que ha calificado como la mejor decisión de su vida, mudarse a la ciudad de Nueva York. En la Gran Manzana –el lugar que muchos consideran la capital mundial del jazz- tuvo el privilegio de tocar y grabar con el fenecido pianista argentino Jorge Dalto; con Willie Colón y Rubén Blades; Celia Cruz, Tito Puente y Dave Valentín.

“Aprendí mucho, maduré y vi de cerca lo que era estar solo”, expresó el bajista en una entrevista sobre este periodo de su vida. “Si la oportunidad se me iba a dar, esta no iba a llegar a mi casa. Yo tendría que buscarla”. Y así hizo.

En esa época tuvo también la oportunidad de conocer al desaparecido icono del rock Prince, en sus estudios de Paisley Park, Minneapolis, y de comenzar a formar parte de Spyro Gyra. Al ser aceptado en dicha agrupación, por encima de otros 10 bajistas que estaban audicionando para el puesto, Cartaya comprendió que el éxito les pertenece a aquellos que trabajan con dedicación y tienen fe en sí mismos.

“Pude demostrarles a muchas personas que no hay cosa peor que sentirse mal con uno mismo si no se hace el intento”, manifestó en una entrevista. “Todas las noches que toqué gratis o por cinco dólares para ganarme una oportunidad, bien valieron la pena”.

En 1997, el bajista produjo el proyecto discográfico “Passion Dance”, para el veterano trompetista Herb Alpert, experiencia que ha descrito como un nuevo aprendizaje en su carrera, así como la ocasión para exponerse ante un público más amplio.

“My Music, My Friends, My Time”, estrenado en 2004, es una fusión de ritmos latinos, brasileños, estadounidenses y flamencos que fue muy bien recibida por la crítica.

“My Music, My Friends, My Time”

“Quería hacer un proyecto que llenara ese espacio que existe entre la música latina y el mundo. Creo sinceramente que el mundo necesita conocer que los músicos latinos pueden hacer dentro de la música un sinnúmero de cosas, sin echar a un lado sus raíces”, dijo Cartaya con respecto de esta grabación.

“Lifetime Friends”, producido junto a Ramírez, fue descrito en su estreno en 2015 como “un álbum de una banda cohesiva y jubilosa”, en el que todos los músicos participantes -representantes de la nueva generación jazzística en Puerto Rico- tienen oportunidad de destacarse. “Es el disco que siempre quisimos hacer… para describir casi 40 años de amistad”, indicaron Cartaya y Ramírez.

Cartaya

En 2017, Oskar presentó la producción “Bajo mundo” en homenaje al gran bajista cubano Israel “Cachao” López. Este disco intenso, exuberante, con multiplicidad de ritmos, colores y músicos invitados fue distinguido como una de las producciones más sobresalientes del año por la Fundación Nacional para la Cultura Popular.

Igualmente ganó una nominación al Premio Grammy Latino en la categoría de Mejor Álbum de Jazz Latino.

 Fuente: Rafae Vega Curry
Fundación Nacional para la Cultura Popular

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