Fundado por el bajista y vocalista nacido en La Habana Ignacio Piñero en 1927, el Septeto Nacional De Ignacio Piñero ha desempeñado un papel importante en la música de Cuba durante más de siete décadas.

Pioneros del son, una mezcla rítmica de música africana y cubana que evolucionó hacia la salsa, el mambo y el jazz latino, el grupo fue la primera banda de son que incorporó la trompeta como instrumento principal.
El Septeto Nacional de Ignacio Piñero obtuvo reconocimiento mundial con su actuación en la Exposición Universal de Sevilla de 1928, fue, según se dice, el primer grupo que mencionó la «Salsa» en una canción «Echale Salsita» grabada en 1933. La canción compuesta por Piñero, fue adaptada por George Gershwin para el tema de apertura de su «Obertura Cubana».
Desde la muerte de Piñero en 1968, tras 41 años al frente de la banda el Septeto Nacional De Ignacio Piñero ha sido dirigido por una serie de líderes.
El guitarrista y compositor Rafael Ortiz, que tomó el relevo tras la muerte de Piñero, legó el puesto al vocalista Carlos Embale en 1982.
Tras dejar el grupo por enfermedad en 1998 el liderazgo de embale fue heredado por el guitarrista Richard Aymee Castro. Fieles a sus raíces musicales originales, el Septeto Nacional de Ignacio Piñero sigue ofreciendo una mezcla bailable de montano, merengue, bolero, rumba y cha cha cha. Craig Harris

Ignacio Piñero fue uno de los Pionero del Son Cubano
En 1906 ya conocía y había asimilado los distintos toques de los cabildos africanos que existían en el barrio de Pueblo Nuevo, que luego incorporó a algunas de sus creaciones.
Inició su carrera artística con el grupo claves y guaguancó El Timbre de Oro, posteriormente dirigió Los Roncos de Pueblo Nuevo, en el cual se desarrolló como decimista y director, a la vez que dio sus primeros pasos como compositor.
De esta etapa son: Cuando tú, tu desengaño veas, Dónde estabas anoche, El Edén de Los Roncos, Mañana te espero, niña. Más tarde ingresó en el grupo Renacimiento de Pueblo Nuevo.
A los valores folklóricos que Piñeiro cultivó en estas agrupaciones, le aportó un más amplio desarrollo melódico-armónico y una mayor profundidad y vuelo poético.
En 1926 fue uno de los fundadores, junto con María Teresa Vera, del Sexteto Occidente, con el cual realizó su primera gira a Estados Unidos con objeto de grabar un disco con esta agrupación.
En 1927 fundó el Sexteto Nacional, integrado por Ignacio Piñeiro, director y contrabajo; Alberto Villalón, guitarra; Francisco González Solares, tres; Abelardo Barroso, voz prima; Juan de la Cruz, tenor; Bienvenido León, barítono y maracas, y José Manuel Carrera Incharte (El Chino), bongó; ese mismo año se incorporó el trompetista Lázaro Herrera. Con este septeto viajó a Nueva York, y allí grabó sus primeras obras.
En 1929 participó con el Septeto Nacional en la Feria-Exposición de Sevilla, España; en ese país fueron contratados como artistas exclusivos por la empresa SEDECA, y realizaron una gira por otras ciudades de ese país: Vigo, La Coruña, Santander, Madrid y Valladolid; además, actuaron en los teatros Torero, Jovellanos, el Cine-Teatro Grado, y el cabaret Maicú, todos en Madrid. En 1930 fue uno de los fundadores de la Asociación Nacional de Soneros Cubanos.

Actúan en el cabaret Sans-Souci (1930); en 1931 se presentan en las radioemisoras Lavín y CMCG; en 1932, en el hotel Dos Hermanos, estrena Buey viejo; este mismo año viene a La Habana el compositor norteamericano George Gershwin, en la radioemisora CMCJ escuchó el son de Piñeiro Échale salsita, del que después utilizó el tema ejecutado en la trompeta en su Obertura cubana.
En 1933 actuó en la Feria-Exposición Un Siglo de Progreso, celebrada en Chicago, Estados Unidos.
En 1934 Piñeiro se retira del septeto, que a partir de 1935 pasó a ser dirigido por el trompetista Lázaro Herrera. En 1954, reaparece Piñeiro al frente del septeto, con el que se presenta en el programa de televisión Música de Ayer y de Hoy.
Como compositor, Ignacio Piñeiro rompió, aunque tomó elementos de éste con la forma del son oriental, en el que sus creadores utilizaban la cuarteta y la décima; ejemplo de esa ruptura es su son Buey viejo, de 1932:
Carretero no maltrates a ese pobre buey tan viejo, que ya dobla la cabeza por el peso de los tarros, y por senda de guijarros va tirando la carreta, y nunca llega a la meta, término de su dolor.
Piñeiro fue uno de esos casos síntesis que logró captar, desarrollar y expresar la riqueza plena del son.
Las modificaciones estructurales, la cadencia, el ritmo y el empleo de melodías y letras depuradas, logradas por este creador e interpretada por el Septeto Nacional, hacen posible decir que la obra de este singular artista, si bien no marcó los deslindes del son (que correspondió al Sexteto Habanero), sí lo convirtió en un son que hoy podemos llamar clásico, que se convirtió en un modelo para su desarrollo ulterior.
Cuando Ignacio Piñeiro fundó el Septeto Nacional, su propósito fue que fuera un alto exponente del son cubano y de sus diversas variantes él mismo hizo uso de esas variantes, al componer guajira-son, canción-son, afro-son, por lo que trabajó con los elementos que le ofrecía el son oriental, al que impartió un tratamiento más amplio, tanto en lo musical como en lo literario.
Según Miriam Villa: «Si analizamos la organización del texto literario, observamos en su obra la utilización formal de eslabones métricamente heterogéneos sometidos al ritmo, caracterizado por la presencia de elementos acentuados y no acentuados dentro del sistema de unidades que se repiten a intervalos entre ellos.
A Piñeiro no debe haberle resultado preocupante el metro en el texto como patrón, ya que a través del ritmo de la composición logra las relaciones de contraste, haciendo que el cambio de metro exprese un cambio en el movimiento temático, bien a partir de intermitencias o acentuaciones o a veces de ambas que le imprimen diversos matices semánticos y alternancias de tensiones y distensiones.
Y en otra parte plantea Villa: «Otro aspecto que con relación al texto literario se refleja en la labor creativa de Piñeiro es el de los contenidos temáticos; éstos se muestran a partir de una diversificación con mayor alcance en relación con sus contemporáneos.
Su obra puede dividirse en múltiples temas entre los se encuentran el amor, la patria, la reflexión filosófica, la política, lo bucólico, lo infantil, expresados en diversidad de formas: satírica, apologética, humorística y con mayor profundidad que en la producción sonera que le antecedió e incluso con la que compartió.
Con el Septeto Nacional, Piñeiro aparece en el corto musical El frutero, y en el filme Nosotros la música, de realizador Rogelio París.
Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro

El Son de Altura (1998)
Temas:
01. Mayeya – No Juegues Con Los Santos (Son) (I. Piñeiro)
02. Bardo (Bolero-son) (I. Piñeiro)
03. Lejana Campiña (Guajira-son) (I. Piñeiro)
04. Canta La Vueltabajera (Guajira-son) (I. Piñeiro)
05. Guanajo Relleno (Guaracha-son) (I. Piñeiro)
06. Esas No Son Cubanas (Son) (I. Piñeiro)
07. Suavecito (Son) (I. Piñeiro)
08. Alma Guajira (Guajira-son) (I. Piñeiro)
09. Castigador (Son) (I. Piñeiro)
10. Échale Salsita (Son-pregón) (I. Piñeiro)
11. EI Viandero (Son-pregón) (Ernesto Muñoz)
12. Son De La Loma (Son) (Miguel MGllamoros)
13. Trompeta Querida (Boleró-son) (Lózoro Herrera)
14. La Mujer De Antonio (Son) (Miguel Matamoros)
15. La Cachimba De San Juan (Son) (l. Plñeiro)
16. EI Alfiler (Son) (l. Plñeiro)
17. Noche De Conga (Son) (l. Plñeiro)
18. EI Paralitico (Son) (Miguel Matamoros)
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