Robert y Ricardo Padilla tienen una importancia fundamental dentro del movimiento musical que conocemos como salsa. El padre es historiador, curador y asesor. El hijo es periodista, productor y radiodifusor.
La función de Robert Padilla, a quien los conocedores de la música tropical consideran el coleccionista de salsa más importante en el mundo es irrepetible, puesto que él se ocupa de entretejer la historia, los personajes, los hechos y los archivos; entregando un enfoque holístico de lo que es la salsa como concepto. Su motivación es puro interés por preservar y difundir la cultura.
La relevancia del museo que gestó y custodia es incuestionable. Adquirió el predio y habilitó la edificación con las especificaciones y la ambientación requerida con el propósito de tener un depósito que mantenga la memoria salsera viva y vigente.
Al preguntarle a Ricardo si su padre influyó en su formación dentro de lo que es la preservación del archivo musical, el sucesor respondió: “Es correcto. Mi papá y yo tenemos muchas cosas en común; entre ellas, nos encanta la salsa. Crecí viendo a mi papá tocar discos y escuchar música. Pero, también mi abuelo influyó porque durante las décadas de 1940 y 1950, (la era dorada del Palladium, con Tito Rodríguez) Don Héctor Padilla Rosado (QEPD) tuvo bodegas en Nueva York. Mi abuelo fue parte de lo que allí sucedía y bailó mambo en aquel entorno. Toda esa historia, mi abuelo me la contaba y mi papá me la repetía (…) los Padilla no seríamos los Padilla si no hablamos de mi abuelo, Don Héctor. Así que somos tres generaciones que de alguna manera u otra nos hemos dedicado a apoyar la música porque nos ha cambiado la vida para bien.”
Ricardo considera a su padre el más grande fanático de la salsa. “Más allá de ser historiador, él es el fanático número uno de la salsa. Mi papá tiene la colección más grande de música tropical en existencia”. Esa recopilación incluye discos en diferentes formatos, fotografías, memorabilia, vídeos y audios de espectáculos en vivo, todo documentado y clasificado. Recientemente a su ya incalculable acopio, se le añadió el de don Mariano Artau (QEPD), quien estuvo coleccionando y curando tesoros musicales únicos durante más de setenta años.
En el caso de Ricardo, estudió Periodismo en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Lo que el padre comenzó como un pasatiempo, el hijo lo vio como una profesión. Es evidente el agradecimiento y la admiración que le tiene a su padre cuando afirma: “se lo agradezco a mi papá (…) todos esos conciertos a los que él me llevaba de niño me formaron. Y todos esos personajes con quienes me relacionó, luego se convirtieron en mentores para lo que hoy día hago como programador de Salsoul.” Y añade: “mi mayor inspiración y mi mejor maestro es mi papá; y seguirá siéndolo en todo el sentido de la palabra”.
Hablando de orquestas, el sonido salsero que favorece Robert es el del binomio que popularizó el junte de Willie Colón con Héctor Lavoe. Por su parte Ricardo afirma: “Yo digo que Willie Rosario no tiene un disco malo. Es un modelo a seguir; siendo fiel a sí mismo, moldeando un sonido apoyado por grandes arreglistas, que él mismo escogió para afinar ese estilo. Es tan especial en tantas áreas (…) Tan es así que hasta su vida ha sido recopilada en un libro[1], y a sus 99 años sin él tener la necesidad de tocar lo sigue haciendo porque la música no necesariamente es algo que solamente le genera dinero; es algo que le genera motivación para seguir viviendo. Sin restarle mérito a don Rafael Ithier con sus mulatos, ni a Don Papo Lucca con esa gigante sureña, ni a la orquesta del Rey del bajo, Don Willie trasciende la música y es un ejemplo de cómo se vive.”
Los Padilla, de manera orgánica; a la sucesión le añadieron una buena dosis de disciplina y se pulieron con el compromiso de tomar su formación musical -que aún no culmina- en serio, convirtiéndose en los influencers más admirados de la salsa.
Esta dinastía se ha comprometido con la misión autoimpuesta, en excelencia. Se despiden en equipo y casi al unísono afirman: “ahí estamos a la orden”. Le respondí agradecida con un “seguimos en salsa”, sabiendo que ni Puerto Rico ni el mundo salsero tiene como pagarle a esta dinastía el monumental aporte a la cultura y a la historia musical de este archipiélago que ha sido cuna de los más grandes exponentes de la salsa, que los Padilla empoderan compartiendo esas historias de Puerto Rico con el mundo.
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Bella Martinez, corresponsal de ISM – Puerto Rico
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