Entrevista con Isidra Mencos, autora de Promenade of Desire, A Barcelona Memoir
Por Luis Medina
Isidra Mencos es la autora del fascinante libro Promenade of Desire, A Barcelona Memoir. Es una historia franca, honesta y reveladora sobre la evolución de una mujer joven en el período de transición que va desde final de la dictadura de Franco a la libertad política en España. Narra sus experiencias formativas creciendo con su familia, abrazando su sexualidad, sus relaciones con los hombres, descubriendo su liberación a través de la salsa encontrándose a sí misma.
LM: En tus memorias Promenade of Desire, describes tu fascinación por la música de salsa como una fuerza liberadora durante tu juventud. ¿Por qué la salsa?
IM: Crecí en España bajo una dictadura estrechamente vinculada a la iglesia católica. Era un ambiente muy represivo, no sólo políticamente sino también cultural y sexualmente. Desde muy joven aprendí a asociar la sensualidad y el placer con la vergüenza y la culpa, por lo que me sentía desconectada de mi cuerpo.
Cuando el dictador murió en 1975, yo tenía 17 años y estaba en la universidad. España transicionó a la democracia y la cultura pasó de la represión a la liberación y el hedonismo.
Fue entonces cuando descubrí la música de salsa y el baile. Desde que la escuché por primera vez, supe que era la música que había esperado toda mi vida. Aunque no conocía los pasos, estaba instintivamente sincronizada con el ritmo.
La salsa me permitió reconectar con mi cuerpo y mi sensualidad sin culpa ni vergüenza alguna. Me abrió la puerta a una nueva yo, una mujer joven que entendía y aceptaba las necesidades y los deseos de su cuerpo. Me enamoré de los grandes iconos de la salsa de los años 70, desde la Fania All Stars hasta Rubén Blades y Los Van Van. Iba a bailar tres o cuatro noches a la semana hasta las 5 de la mañana.
Escena salsera de los 80
LM: ¿Cómo era la incipiente escena salsera en Barcelona en los años ochenta?
IM: La salsa todavía no era popular en Barcelona, donde yo crecí. España había estado muy aislada de otros países durante la dictadura y no tuvo una inmigración significativa hasta mediados de los 70, por lo que la exposición a esta música había sido limitada. Cuando empecé a bailar en 1977, sólo había una discoteca de mala muerte en un barrio lleno de prostitutas y macarras. El club se llamaba Tabú, y lo frecuentaban personajes algo sospechosos, pero como era el único que existía, yo iba siempre allí.
En los años 80, la salsa empezó a ganar fuerza y aparecieron otros lugares. Uno muy famoso en aquella época era Bikini, que se ubicaba en una zona más burguesa y segura y tenía dos salas, una para la salsa y otra para el rock. Todas las noches el DJ terminaba el show con »Todo tiene su final» de Hector Lavoe y Willie Colón. Me encantaba.
Para cuando me fui de España en 1992, había cuatro o cinco locales dedicados a la salsa y ya había conciertos en la ciudad con figuras emblemáticas. También había grupos catalanes que tocaban los éxitos del género como la Orquesta Platería y otros.
LM: ¿Cuál era la música popular en España en aquella época?
IM: Eran el rock y el punk. El punk representaba el espíritu rebelde de la juventud que había crecido oprimida y ahora tenía la libertad de ser escandalosa y excesiva sin consecuencias en la nueva democracia. Un grupo punk muy famosos fue Alaska y los Pegamoides.
LM: Tu ex novio, Abili, fue un destacado pionero en la promoción de la salsa en Barcelona durante esa época ¿Puedes describir los triunfos y desafíos que tuvo al hacerlo?
IM: Abili se había enamorado de la salsa antes que yo. Era periodista de profesión y había conseguido algo de dinero debido a un despido injustificado. Decidió invertirlo en hacer que la salsa fuera tan popular como cualquier otro tipo de música en Barcelona. Produjo conciertos con grandes del género como Rubén Blades, Eddie Palmieri, Ray Barreto, Luis Perico Ortiz y otros que vinieron a España por primera vez. Por desgracia, estaba un poco adelantado a su tiempo. Todavía no había suficiente público para llenar las salas y perdió mucho dinero. Dicho esto, contribuyó mucho a popularizar la salsa en Barcelona. Por ejemplo, tuvo durante unos años una noche de salsa todos los jueves en un club junto a una banda en vivo (intérpretes catalanes) y un DJ. El club se llenaba más y más cada semana.
Después se involucró en uno de los principales espacios salseros de Barcelona, El Antilla, programando las bandas en vivo e impulsando la escena.
LM: Has visitado Barcelona a lo largo de los años desde que emigraste a los Estados Unidos ¿Qué diferencias has visto en la escena salsera de la ciudad?
IM: La salsa está ahora muy consolidada en la ciudad, en parte debido al creciente número de inmigrantes latinoamericanos que empezaron a llegar en los años 80 y 90. Hubo una gran ola de inmigración cubana a partir de los años 90 que cambió el rumbo de la salsa en la ciudad, haciendo muy populares la timba y la rueda, por ejemplo.
La salsa también fue asumida por varias bandas que mezclaban catalanes con inmigrantes latinoamericanos entre sus integrantes y produjeron gran música como Lucrecia o, en la actualidad, Tromboranga.
Sin embargo, cuando vuelvo ahora me doy cuenta de que hay menos locales que ofrecen bandas en vivo regularmente. Es más bien una escena de DJs con instructores de baile.
LM: En el libro describes la salsa como una fuerza apasionante en tu vida mientras lidiabas con tu familia, las relaciones con diferentes hombres, la sexualidad y la transición de la dictadura y la represión de Franco a la libertad y la democracia en España ¿Qué quiere que el lector se lleve de su libro?
IM: Creo que todos hemos reprimido una o varias partes de nosotros mismos desde la infancia para ser aceptados por nuestros padres, profesores, amigos y jefes, entre otros. Mis memorias son una historia inspiradora sobre cómo recuperar las partes ocultas de uno mismo y volver a ser una persona completa.
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