Latinoamerica / Puerto Rico
Papo Lucca, nacido en Ponce, Puerto Rico el 2 de abril de 1946, Enrique ‘Papo’ Lucca comenzó a tocar el piano a los 11 años con la orquesta de su padre. Inicialmente, la Ponceña interpretaba versiones de éxitos tropicales del momento de bandas como Cortijo y su Combo y La Sonora Matancera.
A fines de los ’60, Papo se convirtió en el director musical de la orquesta, comenzando una profunda transformación que eventualmente establecería a la Ponceña como una de las agrupaciones más progresivas en la historia de la música afrocaribeña. Las orquestaciones de Papo eran audaces, experimentando con elementos de jazz, rock y música brasileña. Representando el espíritu auténtico de la salsa puertorriqueña, sus solos de piano eran aterciopelados, exhibiendo elegancia, mesura e infinito swing.
Durante la mitad de los años ’70, La Ponceña comenzó a disfrutar de un éxito sin precedentes con la crítica y el público. La banda grababa para la disquera Inca, que eventualmente pasó a formar parte del imperio de la Fania. Papo fue invitado a realizar arreglos y tocar en sesiones de los más grandes artistas de la compañía, incluyendo a Johnny Pacheco, Celia Cruz y Cheo Feliciano. También grabó y salió de gira con la Fania All Stars.
Esta compilación rinde tributo al arte de Papo Lucca a través de 14 temas clásicos grabados entre 1967 y 1981. Pese a que Lucca ha grabado como artista solista y también colaborado con una multitud de estrellas salseras, es su trabajo con La Ponceña el que mejor expresa la lucidez de su visión.
La música que hacemos tiene que alegrar a la gente, además de hacerla bailar. De eso se trata, cuenta Lucca desde su casa en Puerto Rico. Cuando el público puede bailar, no importa cuán complicada sea la música. La primera temática que tuvo este género fue divulgar las cosas que pasaban en las distintas comunidades, como si fuera un periódico.
Nuesto viaje comienza con dos fogosas canciones provenientes de los inicios de La Ponceña: «Hachero Pa’Un Palo» y «Fuego En El 23» son versiones de temas del cubano Arsenio Rodríguez. La Ponceña siempre tuvo una debilidad por el folklore de Puerto Rico, pero también halló inspiración en la época dorada de la música cubana.
El momento preciso en que La Ponceña se convierte en una orquesta madura con total control de su estética se puede encontrar en los seis temas provenientes de los discos Musical Conquest/Conquista Musical y El Gigante Del Sur. Lanzados al mercado en 1976 y 1977 respectivamente, representan la cúspide del movimiento salsero.
Estos temas combinan una destreza musical que se acerca al virtuosismo con letras profundas y un generoso sentido del humor. «Ñáñara Caí» es una desopilante narrativa de puro realismo mágico, describiendo un mundo donde todo está patas para arriba (mi frase favorita: Yo vi a una vaca/Chocar con Pacheco). También incluido en Musical Conquest, «El Pío Pío» logra la cruza perfecta entre ritmo afrocubano y pop contagioso. Este éxito es una parte obligatoria de todos los conciertos de La Ponceña.
El tema de apertura del disco El Gigante Del Sur, «Boranda» pareciera ofrecer una versión salsosa del rock progresivo. Sus letras encierran un importante mensaje sociopolítico, y la sofisticación de su arreglo es una bofetada en la cara de todos los que creen que esta música sirve sólo para bailar. «Soy Tan Feliz» combina climas de bolero con un solo de piano eléctrico que recuerda el sonido psicodélico del jazz-rock de los ’70. «Noche Como Boca ‘E Lobo» crea una sabrosa colisión entre fiebre salsera y ritmos brasileños.
Lucca no estaba solo en su misión de reinventar las reglas de la música bailable puertorriqueña. También se vio beneficiado por la proeza de algunos de los mejores instrumentalistas de la isla. Además, su instinto para elegir cantantes fue siempre irreprochable.
Algunos de los vocalistas de la Ponceña que aparecen aquí son Tito Gómez, que después conocería la fama con el Grupo Niche de Colombia; el inimitable Luigi Texidor, que le otorgó un sentimiento de placidez a todas las canciones que interpretó; y Yolanda Rivera, que le agregó variedad al sonido de la banda con su timbre tan particular.
Uno de los momentos más felices de Rivera está incluido aquí: proveniente del disco Unchained Force de 1980, «Borinquen» de Johnny Ortiz es un conmovedor himno a Puerto Rico, bendecido con una melodía sinuosa y un sutil arreglo instrumental– uno de los momentos más trascendentales dentro del canon de la Ponceña.
Los días dorados de la salsa son un recuerdo lejano en el nuevo milenio, pero Papo Lucca no ha parado de brillar. Tal vez precisamente porque continúa grabando música nueva, se niega a idealizar el pasado cuando le pregunto cuál es su disco favorito con la Ponceña.
El último, el más reciente, explicó en su tono característicamente introvertido. Todos los discos son bien importantes en la carrera de la orquesta. Todos cumplieron su cometido en el momento, que era reafirmar el anterior. Esa es la manera de mantener una agrupación después de 50 años.
El maestro fue un poco más directo cuando le pregunté sobre su concierto favorito de todos los tiempos.
Fue mi primer concierto con la Fania All Stars en el Madison Square Garden, allá por 1974, dijo. Todas las estrellas de la Fania estaban vivas todavía. Unos años más tarde tocamos delante de 47.000 personas en Cali. Siempre me tiemblan las rodillas antes de salir al escenario, pero esta vez me temblaron un poquito más.
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