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Oscar Dudamel el padre de Gustavo Dudamel director de la Orquesta filarmónica de los Ángeles y de la Orquesta Simón Bolívar de Venezuela, tiene muchos años de ser músico, todos los viernes y sábados, recibe los aplausos del público en el local donde toca el trombón desde una pequeña tarima con” La otra Banda de Dudamel” el conjunto Agraz, un grupo de salsa que tiene como plato fuerte los temas de la dupla que hicieron famosos Héctor Lavoe y Willie Colón.
Los domingos, a Oscar Dudamel le toca estar en la otra orilla y aplaudir de pie, como lo hacen los padres, hinchados de orgullo por el talento de su hijo que con batuta en mano, dirige una Orquesta Sinfónica de prestigio mundial y que si se piensa bien, su vena musical germinó de los metales de la charanga la salsa y el guaguancó.
Pasadas las 10 de la noche es difícil encontrar lugar en “El templo de la salsa”, las entradas no se agotan, pero sí las mesas y los mejores puestos de este local ubicado en la calle 7 que cruza la avenida Bolívar de Maracay, allí se dan cita fanáticos y bailarines aficionados. de la salsa y lógicamente admiradores de Héctor Lavoe y Willie Colón
A Oscar Dudamel en el trombón lo acompañan Charly Guzmán, un joven talentoso que con apenas 18 años muestra los dotes de su voz; Oswaldo Agraz (director musical, piano y coros), Gerardo Vargas (bajo), Vicente Guzmán (timbal), Júnior Narváez (bongó), Diego Camus (conga y coros), Ventura Prieto (trombón) y Johan Figueroa (trombón suplente). Se trata del mismo formato, instrumentos e idéntica distribución (los trombones al lado del vocalista) de la orquesta que lo cautivó.
Y es que la música, a menudo, entra también por los ojos, que lo diga Oscar Dudamel, que supo que quería ser trombonista cuando vio en La Feria de la Alegría a Willie Colón empuñar su instrumento al tiempo que inflaba los cachetes, de esa manera, es sabido, que el primer acercamiento del hoy brillante, joven y cotizado Director de Orquesta Gustavo Dudamel a la música, no fue apreciando al Tchaikovski que tanto le gusta dirigir, por el contrario fue apreciando la música que salía del trombón de su adorado padre.
En junio anterior Oscar rindió como de costumbre homenaje a Hector Lavoe, por conmemorarse años de su muerte. “Héctor Lavoe murió el lunes 29 de junio de 1993 a las 11:45 de la mañana”, suceso que recuerda con la exactitud que marcan los hechos tristes, pero a pesar del dolor, con satisfacción y orgullo, menciona que su hijo Gustavo de solo 29 años, antes de entrar a escena repite un ritual especial: “Antes de entrar a dirigir en Nueva York alguien le preguntó a Gustavo: ‘”Maestro, ¿qué está escuchando? ¿Tchaikovsky? y Gustavo le respondió: ‘No, Tito Rodríguez porque me da swing’“.
Si alguien dijera que Gustavo Dudamel tiene una deuda de su vocación de músico con Willie Colón y Héctor Lavoe no sería desacertado, o reconoce su padre, quien muchas veces ha referido que la versatilidad de su hijo se debe a que siempre escuchó música popular y clásica. “Escuchaba más salsa que Beethoven, por eso será que tiene tanto ritmo”, dice entre risas.
“Soy su fan número uno. Él cumplió las metas que yo, por diversas circunstancias, no pude cumplir, hizo realidad el sueño que yo quería.,ha llegado donde a mí me hubiera gustado”, revela el padre, quien ve en su hijo una prolongación suya, “, acota.
En una vida marcada por la música no podía faltar un soundtrack para el enamoramiento. Fue durante la visita de El Gran Combo de Puerto Rico a Barquisimeto a finales de los 70, que Oscar se fijó en Solange Ramírez, su esposa y madre de Gustavo; hoy 30 años después cuando en Maracay suena Falsaria, el tema lo lleva a recordar aquel momento imborrable .
Gustavo Adolfo, como lo llama su madre, comenzó desde antes de los cuatro años a tocar güiro; más tarde él mismo armaba su batería con latas de galleta y cascos de seguridad.
Gustavo recibió los primeros conocimientos de música de su papá, que entonces era trombonista de la Sinfónica de Lara, a quien le sobraba pasión para tocar y le faltaba paciencia para enseñar. Quiso ser trombonista, como su padre, pero su pequeño brazo no alcanzaba el instrumento.
“Yo me imaginaba que Gustavo iba a ser músico”, cuenta. “Le dije: ‘Tienes que ser el mejor o estar entre los mejores y nunca perder tus principios ni olvidar de dónde venimos’”.
A los siete años Gustavo tocó el timbal con La Banda Actual y a los nueve años le hacía los arreglos a esta orquesta de salsa en la que Oscar tocó por 16 años y con la que se reencontró, luego de muchos años.
Gustavo se decidió por el violín, un instrumento que se ajustaba a su talla, y en casa, padre e hijo tenían la manía de estudiar caminando. Había momentos en los que uno se agachaba para que pasara el otro, para que la vara del trombón y el arco del violín no se tropezaran. Sin embargo, música popular y música académica hicieron finalmente su propio encuentro.
Oscar no bate la melena, pero infla los pulmones con fuerza y de esa respiración boca a boca con su instrumento, logra sacar lo mejor…. El padre habla de su orquesta de salsa, con el mismo orgullo que el hijo (Gustavo) lo hace de sus músicos clásicos.
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