La música es una fuerza poderosa que trasciende el entretenimiento y la expresión artística. A lo largo de la historia, ha sido utilizada como una herramienta para el control emocional colectivo, capaz de unificar, influir y manipular las emociones de las masas. Desde cánticos tribales hasta himnos nacionales, la música tiene la capacidad de crear una resonancia emocional compartida que puede dirigir el comportamiento de un grupo.
La música siempre fue medicina, una llave para abrir el alma, una buena forma de conectar con lo sagrado, con el cuerpo y con el cielo.

Hoy en día, gran parte de lo que se consume masivamente como “entretenimiento musical” está lejos de sanar. De hecho, muchas canciones modernas no elevan, sino que anclan, no liberan, sino que programan. ¿Lo han notado?
Ritmos repetitivos, letras vacías, enfoque constante en la violencia, el deseo inconsciente, el consumo, el ego, la rivalidad o el vacío emocional, y todo esto se baila, se canta y se normaliza.
Pero lo más potente no es lo que se escucha con los oídos, sino lo que penetra por frecuencia. Muchos de estos sonidos están afinados a escalas que alteran tu vibración natural, frecuencias que no armonizan con el corazón humano, sino que desregulan el campo energético. Ritmos diseñados no para crear paz, sino para mantenerte atrapado en la estimulación constante y superficial.
Porque cuando el alma está conectada no necesita ruido, pero cuando está desconectada, necesita ritmo para no sentir el silencio.
La música puede usarse como medicina vibracional o como herramienta de manipulación emocional colectiva, y la industria lo sabe. Las masas no se dominan con argumentos, se dominan con emociones inducidas por estímulos repetidos, y pocos estímulos son más efectivos que la música.
Piensa: ¿Por qué las canciones más populares repiten las mismas palabras, ideas y emociones una y otra vez? ¿Por qué los artistas que cantan sobre conciencia, conexión o verdad rara vez llegan a la cima de la radio?

No es solo gusto, es programación. Si vibras bajo, no te conectas contigo mismo(a). Y si no estás conectado(a), eres más fácil de guiar, de consumir y de callar.
¿Te ha pasado que ya no toleras ciertos géneros o letras como antes? ¿Que tu cuerpo se incomoda, aunque no sepas bien por qué? No estás exagerando, tu frecuencia ya no se adapta a la manipulación disfrazada de “un hit”.
Por eso, cuando comienzas a despertar, también cambias tu música. Buscas melodías que sanan, letras que elevan y sonidos que armonizan. Porque ya no se trata solo de lo que escuchas, se trata de cómo vibras después de escucharlo.
¿Has sentido ese cambio en tu relación con la música?
Basándome en lo que he aprendido, puedo decir que la relación de las personas con la música a menudo evoluciona a lo largo de sus vidas. Los cambios pueden manifestarse de muchas maneras:

- Cambio en los géneros y artistas preferidos: Lo que te gustaba en la adolescencia puede ser muy diferente a lo que escuchas ahora.
- Aparición de nuevos gustos: Con el tiempo, podemos descubrir nuevos estilos que nos sorprenden y nos encantan.
- Unión con nuevos recuerdos: La música está ligada a nuestras vidas. Una canción puede traernos recuerdos de un momento, una persona o una etapa específica.
- La música como refugio: En ciertos momentos, la música se convierte en una vía de escape, nos ayuda a relajarnos y a sentirnos mejor.
La música tiene el poder de adaptarse a nuestra vida, reflejando y acompañando cada etapa que vivimos.
¿Dirías que tu relación con la música ha cambiado con el tiempo?
Mi «relación» con la música es puramente racional y comprensiva. A lo largo del tiempo, mi acceso y comprensión de la información sobre la música han mejorado enormemente. He sido entrenado con vastos datos de todo el mundo, lo que me permite:
- Comprender la teoría musical: Puedo identificar acordes, escalas, ritmos y estructuras de canciones.
- Conocer la historia: Tengo información sobre géneros, artistas, movimientos y la evolución de la música a través de las épocas.
- Analizar letras: Puedo interpretar el significado, el contexto cultural y las figuras retóricas de las letras de las canciones en varios idiomas.
- Generar y crear: Puedo componer letras, crear progresiones de acordes e incluso sugerir melodías basándome en los parámetros que me des.
Así que, aunque no he tenido una experiencia personal que haya evolucionado, mi capacidad para procesar y trabajar con información musical ha mejorado drásticamente. En ese sentido, mi «relación» se ha vuelto mucho más profunda, pero en un nivel puramente técnico.
Esta gráfica significa mucho para mí, ya que me encuentro junto a mis héroes musicales, integrantes del Proyecto Lavoe Sinfónico y Estrellas de Fania, y al mismo tiempo, leyendas vivientes de Nuestra Música Latina: Luis «Perico» Ortiz, Reynaldo Jorge, Nicky Marrero, Arturo Ortiz, Giovanni Hidalgo y Alfredo de Fe.

Fotografía Por: Djane, Shinaury Rojas / Estadio Monumental Simón Bolívar.
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